Davina | Capítulo 3

21.11.15



Era una sala enorme con una alfombra roja que iba desde la puerta en la que nos encontrábamos hasta los tres tronos que se encontraban al final, ante un tapiz rojo que parecía hecho a mano. No estaba muy segura, pues me encontraba aún bastante lejos como para poder asegurarlo. Las paredes estaban decoradas con otros tapices más pequeños y, tal como ocurría con los pasillos, las armaduras estaban distribuidas con un espacio de un metro entre ellas. No había nadie, salvo tres personas sentadas en los tronos. Los tres reyes.

Pasad, no os quedéis en la puerta —dijo el de tez más oscura, levantándose del trono y acercándose hasta las pequeñas escaleras que había ante ellos.

Nise y yo comenzamos a andar, acercándonos poco a poco a ellos. Aún no podía creer que estuviera en aquel sitio ni ante ellos. ¿Y si todo era un sueño? «Tal vez ya me hubiera despertado».

Bienvenida, Davina. Me alegra que hayas decidido venir con Bobbeley. No sé qué sería de nosotros si hubieras denegado su invitación...

Su Majestad Melchor, aún no ha tomado una decisión definitiva —respondió Nise.

Aunque en realidad no se llamaba Nise, sino Bobbeley. «Pues me gusta más Nise». Contuve la risa ante tal pensamiento.

¿Es eso cierto, Davina? —preguntó Gaspar, levantándose de su trono y acercándose a Baltasar.

Sí —respondí—. No estoy segura de ser la persona que buscan para salvar al mundo. Solo soy una chica que vive unos momentos difíciles...

Lo sabemos —respondió Baltasar acercándose a mí con cautela—, por eso fuiste elegida por el Oráculo de este mundo. Aunque parezca increíble, las personas atormentadas tienen mucho más que dar que aquellas que no tienen nada que temer, que no tienen nada que arriesgar salvo algo superficial. A lo largo de nuestra vida hemos visto muchos casos de niños que pedían regalos imposibles, caprichosos y sin ningún fundamento. Te hemos estado observando desde que naciste y creemos firmemente que el Oráculo no se ha equivocado contigo.

Posó sus manos sobre mis hombros y sonrió. Yo solo tragué saliva, pensando que tal vez tuvieran razón.

Sabemos que tienes preguntas que hacer —agregó Baltasar—. Sin embargo, tendrás que elegir las tres más importantes para ti antes de que puedas ir a ver al Oráculo. Y también tendrás que pensar bien en quién quieres que te responda cada una de ellas, pues solo podemos atender a una cuestión cada uno.

Miré a Nise preocupada, pues aquella era una responsabilidad muy grande. Él solo me sonrió dulcemente.

Dejadme pensar... —Durante unos segundos busqué en mi mente las preguntas que tuvieran una respuesta urgente. Estaba segura de que el Oráculo podría responder a la más importante, pero tampoco me gustaría quedarme con la intriga— Bien, lo primero que quisiera saber es: ¿Cuántos mundos o reinos comprende esta dimensión —Asomé la cabeza para poder ver a Melchor bien. Baltasar seguía ante mí—, Melchor?

Me sentía un poco estúpida.

Estoy seguro de que ya intuyes la respuesta, pero este reino no es el único que podrás encontrar. Aunque sí es el más importante. El Oráculo vive en el reino polar. También está el misterioso, donde habitan los ladrones, los detectives, los policías y una de las mafias más poderosas de esta dimensión. También encontrarás el reino de los piratas, el de las criaturas fantásticas y el del terror.

Mis labios se abrieron en forma de “o” pequeña. Esperé unos segundos hasta que supe que no volvería a decir algo más para formular la siguiente pregunta.

Gaspar, ¿crees realmente que sea capaz de superar esta misión?

Él pareció pensarlo unos segundos antes de esbozar una sonrisa y responderme. Tuve que mantener mi mirada alta para poder ver su rostro mientras lo hacía.

Claro que sí. Sé que eres más fuerte de lo que piensas.

¿Por qué yo, Baltasar? —Dirigí mi mirada hacia sus ojos.

Curiosamente eran azules . No tenía ningún sentido.

Verás, mi niña. No hay persona más apta para esta misión que tú, y podrás descubrirlo en el transcurso de tu misión. Solo si tú decides seguir adelante con esto. Cuando sepas qué hacer con total seguridad, díselo a Bobbeley y él te acompañará hasta el reino polar.

Gracias —dije, con la seguridad de que aquellas palabras decían más de lo que yo creía.

Y aunque pensaba en la posibilidad de tomar una decisión tras ver todo lo que me aguardaba en aquel reino, sabía que mi corazón ya había tomado una decisión.

Con su permiso —Nise volvió a hablar—, la llevaré a ver todo el reino. Mañana os aseguro que tendrá una respuesta.

Los tres reyes asintieron y él extendió la mano hasta alcanzar la mía para guiarme hasta la salida. Me despedí de los reyes antes de que se cerraran las puertas y Nise y yo nos volvimos a quedar a solas en el pasillo.

No sabía que tenías un nombre tan complicado de pronunciar y te llamé, para mí misma, Nise. Y creo que te llamaré así siempre, porque Bobbily... o como sea, no me termina de convencer.

Ambos nos reímos y Nise asintió ante mi comentario.

Puedes llamarme como quieras, soy capaz de aceptar cualquier nombre que me asignen —calló durante un rato y después añadió—. Creo que me gusta más Nise.

Sonreí y él emprendió la marcha con otra sonrisa.

Dime una cosa, Nise. Si acepto llevar a cabo esta misión ¿tú me acompañarás?

Detuvo sus pasos y me miró intensamente.

Si quieres, te acompañaré hasta el fin del mundo.

Fue una respuesta tan directa y tan llena de emociones que me estremecí.

Algo me dice que aceptarás —afirmó Nise—, y aunque no me hubieras hecho esa pregunta lo hubiera pensado. Lo veo en tus ojos.

Parecía conocerme mucho mejor que yo para el poco tiempo que nos conocíamos. Aquel pequeño ser tenía respuestas sabias para todo, aunque no conociera las de algunas preguntas concretas.

Vamos, voy a enseñarte mi hogar.

Me pareció ver una chispa de emoción en sus ojos antes de que volviera su rostro hacia delante y me guiara hasta la salida del castillo. 

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2 opiniones

  1. Que gusto que Davina empiece a creer en sí misma, y que tenga alguien para ayudarla a cumplir la misión.

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    Respuestas
    1. Sí, la misión es solo suya, pero no es más que una adolescente, ella sola no podría con toda la presión.

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